22 de septiembre de 2015

La marca Catalunya

Posiblemente, asistimos a un momento histórico, a un cambio de época que alterará las coordenadas de nuestra imaginación política. Si es así, entonces debemos tener presente que toda originalidad es un retorno al origen. Ninguna construcción perdurará si solo se levanta sobre la destrucción de lo que la precede. A la vez, ninguna transformación cristalizará si desconoce que el origen es una herencia sin testamento: no revela la esencia secreta de las cosas, sino el secreto de que las cosas no tienen esencia. La historia no nos convoca, nosotros la invocamos.

22 de julio de 2015

La crisis de la conciencia europea

El domingo del referéndum griego, pasé la tarde a la sombra de una encina, a resguardo del sol mediterráneo, leyendo una conferencia que Husserl pronunció en Viena hace ochenta años, cuando era evidente el fracaso del tratado de Versalles, Hitler había alcanzado el poder y el crac de 1929 había desencadenado una gran depresión. En ese momento de emergencia, el pensador de Moravia denunció el racionalismo olvidadizo del mundo de la vida y llamó a recuperar, mediante el heroísmo de la razón, el verdadero espíritu de la filosofía, sin el cual Europa recaería en la barbarie. Un espíritu que, dos milenios y medio atrás, había nacido en algún lugar de Grecia. 

25 de mayo de 2015

La conjura de los necios

El río todavía anda revuelto, pero poco a poco las aguas vuelven a su cauce. Durante años, hemos vivido aletargados en la burbuja del crédito fácil, el dinero negro, el ansia de lujo y la incultura del pelotazo. En un país trastornado por la fiebre del oro, el PP llegó a cosechar la adhesión de casi la mitad de los votantes. Ahora, sin embargo, cuando una crisis atroz nos ha revelado que aquella modernidad no era más que bisutería, y de buscar oro hemos pasado a robar cobre, el PP ya solo puede pescar en su genuino caladero. Por eso sus porcentajes de apoyo se acercan cada vez más a los del abandono escolar, el analfabetismo científico y la audiencia de la telebasura. Hoy por hoy, la confianza en los populares y la creencia en que el Sol orbita alrededor de la Tierra son casi idénticas entre los españoles. 

14 de marzo de 2015

El reto del federalismo

Llevamos más de tres décadas estancados en un lento presente. Por eso late en nuestras sociedades un deseo de cambio, especialmente visible en el mundo mediterráneo. La crisis actual lo ha detonado, pero en el fondo ese anhelo se debe a la clausura del horizonte que cierto pasado abrió para nosotros. En concreto, parece que hemos consumido el futuro de la utopía romántica y del mundo resultante de las dos guerras mundiales. 

11 de marzo de 2015

El aprendizaje de la ilusión

Se dice que este será el año del cambio, y ya se ha escrito mucho sobre aquellos que aspiran a encarnarlo. Pero buena parte de esas palabras ha revelado más bien orgullo y prejuicio, cuando lo que el debate requiere es sentido y sensibilidad. ¿Cómo responder a esa exigencia? Lo haré defendiendo una simpatía hacia los partidarios del cambio en el límite entre el escepticismo y el entusiasmo. Una actitud reflexiva, que no se rinda sin crítica a la novedad solo por serlo, pero que tampoco sucumba a los heraldos del fin de la historia en versión socialdemócrata. Para ello, en estos instantes de peligro abrazo como lema el apotegma de uno de mis maestros: “La política que no acepte el reto de descubrir lo hasta ahora desconocido es inmoral”. 

27 de mayo de 2014

El poder de la imaginación

“La imaginación al poder”. Como un eco de otro mayo, regresa a mí esta máxima cuando se acerca nuestra cita con Europa. Pero estoy avisado. Hace poco José Álvarez Junco sostenía que, por desgracia, la imaginación política de la que estamos dotados los humanos es bastante limitada, así que pobres de nosotros si se hubiese realizado el lema del 68. En los hechos, seguramente no le falta razón al gran historiador. Pero eso no significa que hoy no podamos sentir la urgencia de rescatar cierto concepto de imaginación para pensar la política por venir. 

27 de febrero de 2014

El parlamento de los invisibles

De vez en cuando, trozos de vida se cuelan entre las noticias de sucesos, las páginas de sociedad o las cartas al director de los periódicos, como hace poco un estremecedor relato sobre nuestro estado de malestar. Tras ellos, distinguimos la desilusión amarga, la contestación efímera, la indiferencia abatida o el resentimiento airado. Pero son voces apenas audibles que se apagan pronto, convirtiéndose en el ruido de fondo de nuestras sociedades, en los susurros, los rumores y murmullos que apuntan a un descontento difuso, pero constante. Esos fragmentos, sin embargo, son solo la parte emergida de un continente hundido del que forman parte todas las vidas desatendidas, menospreciadas, juzgadas sin peso y arrumbadas en la sombra. Vidas ninguneadas que no se cuentan porque no cuentan.

12 de octubre de 2013

La nación exhausta

España parece una nación exhausta, enemiga en sus recuerdos e inconciliable en sus proyectos. No siempre ha sido así: Muñoz Molina recordó hace algunos años la España generosa de los liberales de Cádiz, la que entusiasmó a Pérez Galdós y a Pi i Margall, la que defendieron con rebeldía Azaña y Machado, la que atrajo a los internacionalistas a luchar por la causa republicana y tuvo en el mundo una aureola de “heroísmo y dolor” frente al fascismo. Pero de aquella nación indomable imaginada en 1812 hoy apenas queda nada, o solo un reflejo. Ese que recorta en el espejo la sombra de la irrisoria ‘marca España’.

8 de junio de 2013

El futuro es un país extraño

“El pasado es un país extranjero: allí las cosas se hacen de otra manera”. Esta frase, la primera de la novela de L. P. Hartley El mensajero, condensa la experiencia fundamental de la modernidad: la ruptura con la tradición, el alejamiento del pasado a causa de la velocidad con la que el presente se transforma. Pero hoy vemos, además, que esa aceleración no solo nos ha extrañado el pasado. El mundo del ‘tiempo real’ ha oscurecido también la idea de futuro que antes guardaba las esperanzas de la sociedad. En la actualidad nos faltan palabras para pensar el porvenir, y las que encontramos no hacen más que intuir su carácter amenazador. No es casual que el cine muestre una vez tras otra el resultado de una catástrofe por llegar.

20 de febrero de 2013

Signos de historia

Ese día memorable Kant se conmovió. La roca del Báltico, como lo llamó Michelet, acababa de conocer la noticia del estallido de la revolución francesa. Con agudeza, observó que la revolución era un ‘signo de historia’, un indicio de que la humanidad se hallaba encaminada hacia lo mejor. Porque, más allá de las “miserias y atrocidades” que pudiese acumular, la revolución despertaba en sus espectadores “una simpatía rayana en el entusiasmo”, un sentimiento que traslucía “una disposición moral en el género humano”.